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Por Pablo Vittori, VP Cluster Regional de Servicios y Cloud BGH Tech Partner

Previo a la irrupción de la pandemia que impactó al mundo, existía un fuerte consenso en la importancia de la transformación digital en empresas y organismos financieros. No obstante, en muchos casos el proceso se demoraba por la tranquilidad de un Statu-Quo que, en marzo de 2020, la coyuntura sanitaria rompió. Luego de años de analizar las mejores alternativas de modernización, el new normal aceleró la necesidad de implementar una verdadera transformación digital en las instituciones financieras del mundo. ¿Qué sucedió? Se rompió un paradigma.

Comenzaré por el principio, y para eso lo primero es señalar la distinción entre nubes públicas y privadas. En pocas palabras, una nube privada es un servicio entregado por la web que no se comparte con ninguna otra organización. Por el contrario, una nube pública comparte servicios de computación entre diferentes clientes, a pesar de que los datos y las aplicaciones de cada uno permanecen ocultos.

Durante años, la mayoría de los bancos se reusaron al uso de la nube pública para el procesamiento o almacenamiento de datos de clientes. Cada vez más aplicaciones se basaron en la nube, creando una serie completa de acrónimos de «como servicio», “como software”, “como servicio o SaaS”, pero siempre mantuvieron esa resistencia al uso de la nube pública. Hoy, esa realidad cambió. En Argentina la regulación del BCRA habilitando su uso es un claro ejemplo.

Diversas instituciones bancarias optaron por llevar adelante las mismas estrategias que las Fintech -destacadas por su agilidad y velocidad para implementar nuevas tecnologías-, adoptando la nube pública de diversos proveedores, quienes llevan adelante en cada mercado las validaciones regulatorias necesarias para cumplir con todos los requerimientos de seguridad de la información y privacidad.

Las instituciones financieras reconocieron el potencial de trabajar con los principales proveedores de servicios en la nube: Amazon Web Services, Microsoft Azure y Google Cloud, particularmente para el análisis de datos y las aplicaciones de inteligencia artificial. Estos tres proveedores ofrecen una capacidad tremenda, necesaria para manejar la gran cantidad de datos que ahora se analizan y almacenan en la era de la banca digital y el comercio electrónico.

Hay dos factores que llevaron a los proveedores de servicios bancarios más tradicionales a considerar la adopción de la tecnología de nube pública. Estos son: compresión continua de márgenes, que pone énfasis en la reducción de costos; y la necesidad de innovar más rápido.

La nube pública permite mayor rentabilidad, al reducir los costos de TI en términos de hardware, administración de TI/Operaciones y costos de personal, pero además ofrece otros beneficios:  la capacidad de escalar fácilmente y sin límite, tanto hacia arriba como hacia abajo, en tiempo real; aprovechar la gran inversión de los proveedores de la nube en sus paquetes tecnológicos, que es mucho mayor a lo que las instituciones podrían realizar por sí solas; una proximidad más cercana del centro de datos a la institución, mejorando la eficiencia y el rendimiento con latencia disminuida (una medida del retraso del procesamiento); y mayor redundancia debido a múltiples centros de datos y servidores interconectados.

Hay una frase que escucho frecuentemente de los jefes de producto de los bancos con los que trabajamos: “Los Millennials, que serán nuestros clientes durante los próximos 40 años, esperan ciertos servicios de un banco. Si no podemos ofrecer estos servicios, irán a otro lugar a buscarlo». Y es cierto. Por eso, la implementación de la nube pública permite adaptarse a estos nuevos requerimientos, entregando un tiempo de comercialización de productos nuevos mucho más rápido y mayor flexibilidad para satisfacer las necesidades del futuro, que el banco no puede anticipar ahora.

Agilidad y resiliencia hoy van de la mano. Implementar nuevos servicios de manera rápida, flexible y reduciendo costos es uno de los desafíos que la crisis sanitaria impuso a la industria financiera. Las soluciones apoyadas en la Nube Pública irrumpen con mucha fuerza en esta nueva coyuntura, dando respuestas a cada una de esas necesidades.