Por Diego Simondi, Director de BGH Eco Smart.
El Acuerdo de París busca que para el año 2100 el aumento de temperatura sea de 1,5 grados centígrados respecto al año base, fijado en 2015. Sin embargo, todas las proyecciones están por arriba de ese valor, lo cual fuerza a todo el planeta a ir detrás de una menor dependencia de petróleo y sus derivados. Hoy, dependemos de ese recurso que se está agotando en un período de tiempo muy corto, mientras estamos pagando un costo asociado al cambio climático y las condiciones de vida. Por eso, hay que buscar alternativas basadas en soluciones no contaminantes, como la energía solar.
Europa tiene objetivos muy agresivos hacia 2030 y 2050, para ser un continente con cero impacto en dióxido de carbono. Hace 5 años se sumó China a esa iniciativa, lo cual pesa mucho a nivel mundial y Estados Unidos volvió al Acuerdo de París, por lo cual vuelve a ser un jugador muy importante en las estrategias de transición energética. En Argentina, que adhirió al acuerdo, hay un interés particular en participar en la transición energética que se viene impulsando en los últimos años.
La energía solar es un tipo de recurso que abunda en nuestro país. Tiene la característica de permitir su aprovechamiento en gran escala, de manera centralizada en parques solares, pero también es posible aprovecharlo en una escala más chica, desde nuestro trabajo y hogares, de manera distribuida. Eso significa que podemos tener un rol como generadores, no solo como consumidores, generando un fuerte cambio sobre el modelo centralizado actual. Eso hoy en día es posible tecnológicamente e incluso legalmente.
En el 2017 se legisló la Ley 27.191 de Energías Renovables que obliga a los grandes usuarios en el sector eléctrico, a cubrir el 8% de sus consumos con energías renovables, con un 2% adicional cada año hasta llegar al año 2025 con un 20% de su consumo total. A partir de esa ley, tenemos muchos casos de empresas en diferentes sectores que utilizan energía solar: industrias químicas, agrícolas y automotrices son algunas de ellas. Además, la ley 27.424 se sumó para respaldar y fomentar la generación distribuida, permitiendo a industrias, comercios y domicilios generar e inyectar su propia energía. Hoy en día, la mayoría de las provincias poseen la debida reglamentación de dicha ley.
Es un mercado que desde ese año viene creciendo y madurando. Si bien queda mucho por recorrer, estamos dando pasos a una velocidad más alta. En Argentina, para tener una idea de la escala, un domicilio estándar tiene una potencia contratada del tendido eléctrico de 10 kilowatts. Para generar esa potencia se requieren aproximadamente 40 m² de superficie disponible cubiertos con paneles solares. Sin embargo, es posible colocar una potencia menor y tener un sistema que convive con el tendido eléctrico, aprovechando la potencia solar cuando está disponible, y la red cuando no hay sol.
Los costos de instalación de la tecnología descienden año a año, siendo cada vez más competitivos, tanto en zonas rurales como en zonas urbanas. Si bien la inversión inicial es elevada, los repagos económicos son satisfactorios en áreas de buen recurso solar y elevado costo de energía eléctrica. A excepción de la Patagonia, el país se caracteriza por tener un muy buen recurso solar.
Lo más interesante es que hay mucho margen para seguir creciendo a futuro. Estos son los primeros pasos en una etapa de transición energética que en Europa ya empezó. En nuestro país es bastante más reciente, en los últimos tres años se comenzó a acelerar y, por lo tanto, nos espera una década muy enfocada en ser más eficientes energéticamente y aprovechar de mejor manera los recursos renovables.
Argentina tiene todo el potencial para lograr estos objetivos. Desde BGH Eco Smart, como partners estratégicos de empresas que brindan soluciones en energía solar, tenemos el desafío de acompañar al país en este camino y contribuir a la diversificación de la matriz energética nacional.